Por Juan Manuel Pairone Pocas y pocos cantautoras/es pueden decir, sin temor alguno a la vanidad, que su música se parece más a un mapa que se va agrandando progresivamente –como en el Age of Empires, ¿se acuerdan?- que a una postal inanimada que remite a pieza de museo. La salteña Feli Colina es una de ellas, qué duda cabe.
Y si me animo a ser categórico es porque hay sustento de parte del objeto/sujeta en cuestión. De la mano de una performance poética por momentos mitológica, por momentos sensual, siempre con una cuota de psicodelia naturalista, esta artista hace honor a ese sustantivo de manera completa. Su gracia no es sólo la de hacer e interpretar canciones; ella también se las tatúa en la piel y las saca a pasear por la vida.
Alguna vez fue la chica “del interior” que cantó en el subte debajo de la avenida Corrientes. También ganó un concurso y pudo grabar su primer disco solista –el fascinante Feroza (2019)- en los emblemáticos estudios Abbey Road, en Londres. Pero, de a poco, ningún mote le sentó mejor que su propio nombre, que hoy es sinónimo de experiencia musical y de vanguardia. De folklore y pop del futuro. De terruño y de atractivo global por donde se lo mire y escuche.
Eso se terminó de afianzar a partir de El Valle Encantado (2022), un trabajo en el que Feli muestra de manera más clara ese instinto de arte total que despliega cada vez que se sube a un escenario. Ese álbum y su representación en vivo y en directo fueron, incluso, parte sustantiva del crecimiento de la salteña como una figura del “boca en boca”, ese que se expande sin prisa pero sin pausa después de cada show o pieza musical que entrega.
Luego de ese segundo álbum definitivo en su camino, llegaron dos rarezas que también la pintan de cuerpo entero. Una es Lxs Infernales (del Valle Encantado), disco-cancionero de clásicos telúricos cocinado junto a su banda en 2023 y presentado en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, ni más ni menos. La otra es Feroza desde Cafayate, un audiovisual filmado en la Quebrada de las Conchas, anfiteatro natural de su provincia que sirvió como contexto para desplegar versiones especiales de su debut.Ambos gestos nacen de una misma vertiente, que no es otra que la identidad camaleónica de su creadora. Inquieta, ecléctica, osada y meticulosa, Feli toma del afuera para engrosar su lenguaje propio y refinar un oficio que ya le pertenece: “tocar y hacer discos”, como le gusta decir. Tenemos la suerte de ser testigos de ese proceso en el que la incertidumbre y el disfrute (el amor por la música, lisa y llanamente) despiertan a este espíritu creativamente indomable. El próximo 17 de agosto se presenta en Studio Theater, Córdoba junto a Los Besos y podés conseguir tus entradas en alpogo.com