Florencia "Pupina" Plomer no da cátedra, prende fueguitos. En redes, en un escenario o en un estudio de grabación, esta historiadora cordobesa convirtió su oficio en un espacio de resistencia, humor y pensamiento crítico. En estos tiempos donde todo dura 15 segundos, ella se toma más de una hora para hablar con atención. Y logra que la escuchen. Por Oke Sauny
“Empecé a trabajar de esto durante la pandemia, muy de a poco”, cuenta. De a poco también fue dejando la docencia tradicional. Hoy ya casi no da clases, aunque eso no significa que haya dejado de enseñar. En lugar de pizarrón, usa reels, podcasts y un unipersonal histórico.
“El desafío de la divulgación es que no sabés quién es tu público. No están obligados a escucharte como en el aula. Te eligen. Y eso te obliga a ser clara, directa, precisa”, dice Pupina.
¿Y si el pasado no es tan pasado?
Pupina habla de historia con perspectiva feminista. Pero no desde el museo ni el bronce. Desde el barro: “Los feminismos necesitan nombres propios, pero también hay un riesgo en eso, quedarnos solo con los casos individuales. Hay que salir de la lógica de la excepción y mirar lo colectivo, que es donde se generaron los verdaderos cambios sociales”.
Esa idea atraviesa todo su trabajo en redes, donde nos invita a preguntarnos desde qué lugar hablamos de la historia. Con humor, analiza cómo la contaron sus antecesores historiadores, y tiene una capacidad brillante para tomar temas actuales, contextualizarlos y mostrar por qué ciertas historias se repiten. Señala el lugar que ocupa el patriarcado en esos relatos y encuentra el punto justo donde la historia y el humor se dan la mano para hablar en serio, sin caer en la solemnidad.
Usar la historia para entender el presente“La historia tiene usos”, lanza Pupina, y lo dice como quien te clava un dato pero también te deja pensando. “No es casual lo que recordamos, ni lo que elegimos olvidar. Si le quitás el pasado a un colectivo, le estás sacando poder en el presente”.
En ese sentido, su trabajo pone el ojo en las mujeres, en los movimientos sociales, en los sectores borrados del relato oficial. “Hoy hay una clara intención de quitarle perspectiva de género al relato histórico. En las escuelas, en los medios, en la comunicación pública. Y eso no es inocente”, advierte.
Del meme al escenario
El show es dinámico, con humor, juegos y momentos de reflexión profunda. “Es un planazo. No es una charla, es un show. Y que la gente vaya y escuche más de una hora, en estos tiempos, es algo para valorar muchísimo”, remarca.
Pupina tiene claro que las redes pueden ser una herramienta para democratizar el conocimiento. Pero también una trampa: “Hay que tener cuidado. Cualquiera puede decir cualquier pavada. Y si no hay formación, si no hay herramientas para evaluar lo que consumimos, es muy fácil tragarse un discurso prefabricado”.
Por eso insiste con el espíritu crítico, esa capacidad de hacerse preguntas incómodas y mirar más allá del titular. “Ese espíritu no se educa solo en el aula. Se educa todo el tiempo. Con lo que vemos, con lo que compartimos, con lo que decidimos creer”.
Una historiadora influencer que no da likes, da contextoPupina Plomer está en redes para abrir cabezas. Su trabajo no es solo contar lo que pasó, sino preguntarse para qué lo contamos. Y en ese “para qué”, está todo. Si querés escucharla en vivo y salir con el bocho prendido fuego, buscá las fechas de Pupina Plomer en alpogo.com. Porque sí, la historia también se piensa desde el escenario.