Los Besos y la poética de lo cotidiano
Hay algo profundamente vital en la música de Los Besos. No se trata solo de canciones de amor, es una gramática emocional en presente continuo, una búsqueda por nombrar lo inefable desde los pequeños movimientos de lo cotidiano. “Funciona como un diccionario de gestos amorosos” dice Paula Trama, compositora, guitarrista y voz de Los Besos y en mi cerebro empieza a reproducirse una secuencia de clips de miradas, conversaciones, sopas, abrazos, extendidas de manos, todos con el sonido de Helados Verdes, el EP que sacaron en 2017.Los inicios de Los Besos se remontan a 2011, cuando el proyecto todavía se llamaba Paula y Los Besos. “Éramos tres: Fede en teclados, Sebi en bajo y Rodo Ingaramo en batería”, recuerda. “Grabamos nuestro primer disco en vivo, en la Confitería del Molino, cuando estaba cerrada. Fue una experiencia medio grunge: armamos un estudio emergente con lo que había, porque Fede era sonidista y teníamos muchas ganas de registrar esas canciones.” Con el tiempo, el trío se amplió y el nombre se acortó: dejaron atrás el “Paula y” para convertirse en Los Besos, ya como una banda en sentido pleno.
“Cuando Rodo se fue a vivir a Santa Fe y dejó de tocar, entró Ari como baterista, y desde entonces el grupo no paró de sumar integrantes”, cuenta. A ese primer doble EP de 2012 le siguieron: Un disco de Los Besos (2016), Helados verdes (2017), Copia viva (2018) —grabado en El Calafate— y Matemática sentimental (2019), el que sonaba cuando tocaron en el aniversario de FM La Tribu y los escuché por primera vez y, el más reciente, Nadie duerme (2023). “Desde ese momento hasta hoy, el recorrido fue sumar mundos: Rosa, la saxofonista, se incorporó en el último disco. Pasamos de ser tres a ser siete en el escenario”, se sorprende.
En Los Besos, Paula es la voz y la guitarra, Pablo Berardi está en el piano eléctrico y sintetizadores, Ariel Chisleanschi en batería y percusión, Federico Fragalá en sintetizadores, Víctor Rallis en trompeta y coros, Rosa Nolly en saxo tenor y Sebastián Rey en bajo.La relación de Paula Trama con la música nace desde la palabra. “Yo vengo del mundo de la literatura —cuenta—. Estudié Letras, soy docente y me gusta mucho escribir. En realidad, empecé cantando en lecturas de poesía, cerrando recitales o encuentros literarios.” Esa raíz se nota: cada disco de Los Besos parece un libro en sí mismo, y algunos —como Copia viva y Nadie duerma— lo son literalmente, editados también como objetos impresos.
“No siento que primero escriba y después componga. A veces la frase ya trae su melodía. Caen juntas, como si vinieran pegadas”, dice. Para Trama, la canción funciona como una forma de pensamiento en miniatura, una síntesis donde palabra y sonido no se separan: “La poesía, para mí, es eso: palabra y música al mismo tiempo.”
Con una cercanía hermosa, Paula Trama escribe y canta desde un lugar donde la ternura y la lucidez conviven. En su universo, el amor es un terreno donde se ensayan nuevas formas de estar con otros.
“La canción puede ser un espacio de pensamiento, pero también de juego. No quiero elegir entre lo sensible y lo intelectual, me gusta cuando las dos cosas se mezclan”, resume.
En el proceso colectivo, esa organicidad se amplía. Trama compone las canciones y las lleva al ensayo, donde el resto del grupo termina de darle cuerpo a la forma. “La canción llega con su letra, sus acordes y su espíritu, pero en los ensayos abrimos las texturas, le damos aire bandístico”, explica. Según el disco, cambian los procedimientos: a veces la composición es más guitarrera e inmediata; otras, más experimental y atmosférica. “
Además de su trabajo con Los Besos, Paula Trama atraviesa un momento de exploración creativa que la lleva más allá de la música. “Estoy en una etapa bastante experimentadora —cuenta—, probando proyectos que no son exclusivamente musicales ni literarios.” En el último tiempo participó de una obra dirigida por Agustina Luz López y María Alché, y ahora vuelve a subirse a escena convocada por Analía Couceyro para formar parte de una retrospectiva del artista Germán Derbecq en la Fundación Fortabat. “No me considero actriz, pero me gusta probar otras maneras de estar en el escenario —dice—, desde la voz, desde lo performático, desde ese borde entre la lectura y la actuación.”
Su curiosidad también la llevó a nuevos territorios sonoros: “Estoy estudiando batería. Tengo dos en casa: una acústica que me prestaron y una electrónica para no molestar a mis vecinos”, se ríe. Además, junto a Barbi Recanati, desarrolla Diario de canciones, un formato híbrido entre conversación y recital acústico. “Es una charla de amigas sobre composición y anécdotas, entre canción y canción.” En su voz, cada proyecto parece extender la misma pregunta: cómo seguir haciendo de la sensibilidad una práctica vital. Un refugio mullido
En Los Besos hay un universo cancionero “las letras de Jacob, de Pablo Schanton, incluso las de Rosario Bléfari”, comparte Paula.
“Hay una curiosidad, una insistencia en observar los gestos amorosos, los propios y los ajenos. Y creo que eso va armando un alfabeto sentimental, una especie de refugio mullido donde recostarse a estar enamorado.”
En ese refugio aparece también el presente como un territorio de creación. “En general, todo el tiempo estamos planificando, mirando seis meses para adelante —dice—, pero después de nuestras últimas grabaciones decidimos hacer lo contrario: quedarnos acá, en el presente.” La idea de habitar el tiempo sin apuro atraviesa la nueva etapa de Los Besos. Paula lo explica casi como una postura estética: “Estar todo el tiempo en el presente, produciendo, escuchando lo que pasa, abriendo el espacio para que las canciones se desarrollen… eso nos resulta muy placentero.”
Ahora están en plena preproducción. Graban maquetas, escuchan, regraban. No hay un plan rígido, hay una atención sostenida. “Tenemos ganas de grabar alrededor de diez canciones, pero más que pensar en el resultado, nos interesa el proceso. Es la primera vez que estamos completamente de presente.” Y ahí, Trama vuelve al corazón de su metáfora: “Volviendo al diccionario del romance, uno podría decir que la sensación de estar enamorado es eso: estar en el presente. No estás pensando en qué vas a postear o qué viene después, simplemente estás ahí. Y este material, en ese sentido, nos está enamorando.”En tiempos donde todo tiende a la velocidad, Los Besos proponen un ritmo distinto. Escuchar con atención, sentir. Sus discos funcionan como capítulos de una misma conversación sentimental.
Escucharlos en vivo es volver a creer que todavía existen las verdaderas historias de amor.
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